Estando de vacaciones como estoy ahora, intento hacer otras cosas, pero pronto estaré otra vez trabajando y se acabará el rollo.
De nuevo a levantarme a las 4.30 h. de la mañana y a llegar a las 16.00 en adelante. Muchas horas, tantas, que cuando llego a casa parezco un zombie que no tiene ganas de nada, sólo de descansar, comer y dormir para de nuevo volver a levantarme. Así seis días a la semana.
Tengo que aguantar todo esto porque no he sabido encontrar algo mejor y es mi responsabilidad tenerlo que hacer, pues la familia tiene que salir adelante como sea. Y no me dirán ustedes que con los dos pedazo de hijos que tengo, no tendría que hacerlo. Pero bueno, el cuerpo y la mente se llegan a acostumbrar a éste ritmo de vida aunque no pierdo la esperanza de cambiar a un trabajo mejor, en el que me sienta más realizado.
Eso no quiere decir que no haga bien las tareas que se me encomiendan, porque les cuento: tengo que abrir la nave de 5 a 5 y cuarto, recibir a un tráiler con la carga de lechuga, tomates, ensaladas varias y demás productos frescos, descargarlo con la ayuda de un compañero y una carretilla elevadora, meterlos en una cámara frigorífica habilitada para ello y después hacer un picking (recuento y preparación de las distintas rutas que se repartirán en el día), montar los productos en varios palés y esperar a que vengan los compañeros a recoger sus cargas correspondientes a la ruta que les toque llevar ese día (Córdoba, Cádiz, Huelva, Sevilla, sobre todo la mitad occidental) y al final cargar mi propia furgoneta y hacer el reparto que me haya tocado.Tengo que hacer la ruta de Extremadura, que hace poco que la tenemos y hay que llevar los productos a Cáceres, Badajoz, Mérida y Don Benito. Son sólo dos días a la semana, pero es agotador al ser tantas horas las que tengo que conducir con un vehículo limitado en su velocidad y doblando la espalda a cada descarga. Me siento joven todavía (supero en poco los 40), pero mi espalda y mi cuello notan el esfuerzo diario.
Así que en esas horas fuera de casa y en carretera, me pasan situaciones e historias que cuando las cuentas a alguien ajeno a este tipo de trabajo, no se las creen, pues algunas suenan inverosímiles. Mi mujer me ha acompañado varias veces a hacer alguna ruta y ha comprobado por ella misma las cosas que pasan y aun así les siguen pareciendo increíbles, pero de ésta manera me puede comprender cuando llego a casa tarde y le cuento la historia del día.
Tengo tantas situaciones y anécdotas que les iré contando, según las recuerde e intentaré no ser muy pesado. Bueno les dejo por ahora. Gracias por escucharme.
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